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Los vigilantes de un edificio de clase media de Bogotá permanecen detrás del mostrador de la recepción durante un turno de doce horas al día. Ellos, como yo, también se dedican a observar mientras pasa el tiempo. Para ellos, se trata de una labor, por necesidad. Para mi, de una obsesión, sin utilidad. Ellos están obligados a dejar inscritas y registradas sus observaciones en un libro (la minuta); yo me obligo a registrar las mías por medio de un artefacto (la cámara). Este encuentro se ha producido en el acto de ver cómo pasa el tiempo.
"La isla bonita" es una acción cinemática que se despliega, en vivo, en el espacio, exponiendo en distintos ángulos, y con la presencia de distintos operadores, las "novedades" de un edificio de clase media en el centro de Bogotá.
De manera análoga a las anotaciones hechas por los vigilantes en la minuta del edificio, el artista registra con su cámara los espacios comunes y toma prestadas las insólitas historias de las personas que por allí transitan, dándole voz a estas historias reales a través de los personajes ficticios de una película del cineasta húngaro Bela Tarr.
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