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En la universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá hay un invernadero abandonado: el invernadero 153. Mi cuerpo yace allí con una máscara hecha a partir de la vegetación encontrada en el lugar abandonado. Todos los vidrios tienen micrófonos de contacto. Por todo el espacio hay vapor producto del agua que hierve en diferentes puntos. Cuando el espectador se acerca reverbera en el espacio cualquier pequeño toque a los vidrios. Mi cuerpo permanece inmóvil por el lapso de dos horas mientras los espectadores observan desde afuera.

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